Porque sigo esperando, como tonta, como pequeña castigada que culmine el castigo, pero no pasa. Nada rompe este silencio de muerte al que me has condenado tantas veces, entonces, sin querer en mi rincón dejo alguna lágrima correr, que cae con mi alma hasta el suelo.
Porque sigo esperando como alma en pena, como pena eterna, y reconozco el desarraigo en la mirada perdida cuando la leo al espejo, y sé que es herida de otra vida, en el nostálgico verde donde se esconde mi alma, cuando no olvida.