su verdadera edad, y a su paso nos cambia la vida, la forma de verla, de describirla, de sentir, los motivos para reír, y hasta la lágrima fácil sin evitar sentir…
Pasa y pasamos pasajeros de ésta vida, interminable y veloz, amigo y enemigo de nuestro propio reloj, que no lleva cuerda y que nunca falló…
Hay días que lo ignoro, hay noches que me abraza y sonreímos los dos, inevitables volviendo en
recuerdos que yo guardo, y que en cada hora me acompañó…
El tiempo pasa, y yo piso fuerte algunos días, marcando un poco más mis huellas sin vida, escribiendo esto que nadie leerá, pero él y yo sabemos que su atemporal y etéreo corazón, quieren ser parte de algún verso, que no sea sólo de amor y soledad. (Lola)