El Lazo de las sombras
Hay un lazo negro que escribe la historia, esa historia inventada para poderse contar, para creerla y convencerse de la verdad misma de su mentira.
Amores oscuros, como las noches, sombras que tocan lo sagrado, incestuosas sombras de manos.
Y lo sagrado se pierde, y deja mirar a la inocencia temblando, respetando el pacto de silencio de la niña que se fue, pero respira inerte en los brazos de papá.
Hay un lazo negro de sangre que tóxica recorre a todos, los que no engendrarán jamás, mientras miran a otro lado, porque él la ha elegido, es su niña, el brillo de sus ojos, lo prohibido del intachable hombre de moral, puertas afuera.
Lo intocable corrompido callando lo oculto, un monstruo engendró la vida en su misma vida, manchó el camisón celeste, y en aquella prisión donde le arrebataron el fruto del incesto a la niña, que llevaba consigo el brillo de los ojos de aquél.
Hay un lazo negro en el destierro de la vida, ahora, que dejó susurros, bocas tapadas, niños desnudos, una madre ausente, y los gritos son ecos de recuerdos, que la esquizofrenia y la esterilidad del horror se negaron a alumbrar vidas, quedándose en la oscuridad del silencio y los pasos en las noches.
Ahora la noche silenciosa, de los pasos que no están, escucha grillos aún en invierno, mientras lazos celestes escapan de la locura negándola.
